La Keiko, irrumpió con telón de fondo, muy planita, sin atajos y sin trastabillar. Fue solida y coherente en refregar a nuestras memorias los créditos de su Padre. Con nitidez y tenacidad ella representa en línea directa la continuación del Fujimorismo en su versión 2.0. No tuvo adversarios, contendores o enemigos en este debate. Los 4 más que se encuentran en el pico de las encuestas; expresaron alguna timidez y eran los cálculos electorales que formatearon las propuestas con el afán de capturar el mayor electorado posible, y sin ninguna fijación programática hacia la derecha o izquierda.  Es decir un soterrado temor o una madurez de profilaxia para no domiciliar en la derecha o izquierda. Todos, rezaron un discurso políticamente correcto para ganar votos. Salvo, que con Keiko Fujimori ahora sabemos a qué atenernos por sus planteamientos diáfanamente claros. Entre otras cosas, consagrara el golpe de estado de su Padre desquiciando la democracia, arremeterá una militarización para darle seguridad contra la delincuencia y el “terrorismo”, perpetuara impunemente la violación a los derechos humanos cometidos por su padre, ofertara toda nuestra riquezas al gran empresariado y actualizara todos y cada uno de los métodos fujimontesinista.

Sacando cuentas, Keiko acumulo y consolido a los que tienen un remember nostálgico consciente o inconsciente de la Yuca, los otros des-acumularon por no mostrar nitidez y querer arrimarse al carro de la victoria.

La escenografía estuvo densamente cargada de fujimorismo, calo el miedo y el silencio. Prácticamente el Fujimorismo estuvo intocable y recargado en su desprecio al valor de la democracia y a la dignificación que espera la sociedad en sus derechos humanos, sociales, políticos, culturales y territoriales. Sin artificio Keiko Fujimori es la redentora del neoliberalismo dogmatico y mesiánico a ultranza, y en su paso no hay una opción confesa y leal a un electorado que quiere cambios radicales a la deuda pendiente de atraso e involución de nuestra democracia para este Siglo.

Ensamblar el sueño de una tercera vía, socialdemocracia, progresismo, nacionalismo o izquierda es un imaginario que está muy lejos de la realidad, a pesar de la euforia de algunos candidatos y personajes “ilustres”,  todos ellos están colgados en el pragmatismo neoliberal. Pues mientras nadie se tire a la piscina desnuda/o, la brumosa duda sobre ellos es más grande que el manto gris que cubre Lima.

El masoquismo que llevamos dentro es nuestra peor amenaza para dar rienda suelta y alimentar el ego de trogloditas rapaces.

Humberto Campos Cuadrao