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Los Procesos Políticos

Publicado: 2010-11-28

Adela Cortina, filósofa española, es una de las personalidades internacionales que más ha reflexionado contemporáneamente sobre la política, la ética y la democracia. En un reportaje que le realizó Miguel Alberola (revista Futuros No. 15, 2006, http://www.revistafuturos.info) sostuvo que “el principio de la democracia debería ser el protagonismo de los ciudadanos” para agregar de inmediato que “los ciudadanos tienen que darse cuenta de que la democracia es el gobierno del pueblo y que los políticos tienen que ser unos coordinadores de las sugerencias, los proyectos y las ilusiones de la sociedad”.

Es muy probable que, atados a la idea de que el desprecio por la política es parte constitutiva de las nuevas generaciones, quienes hacen análisis hayan quedado atrapados en una imagen vieja y caduca. Muy probablemente porque confunden participación política con las formas o con los encuadres institucionales. Es posible que lo que antes pasaba por la militancia o por el encuadramiento partidario, hoy alcance otros modos y otras maneras más lábiles en lo formal pero no por ello menos comprometidos. Modos de participación que no encuentran en los canales institucionales la forma de hacerse presente y que se expresan más bien a través de manifestaciones espontáneas, emotivas, culturales y festivas. Quizá lo que hay que repensar es la forma de la expresión de la política.

Otra pregunta es si los dirigentes políticos están haciendo esa lectura. Si, como dice Adela Cortina, se consideran ellos mismos “coordinadores de las sugerencias, los proyectos y las ilusiones de la sociedad” o, por el contrario, los propietarios de una supuesta verdad política y dogmática que tienen que transmitir y, en no pocos casos, imponer.

Si se puede decir que estamos en el camino de recuperar la política como valor, seguramente estamos muy lejos todavía de encontrar los modos de participación que permitan avanzar hacia una democracia más participativa, más cercana a la cultura del diálogo –así sea para plantear de manera pacífica las diferencias aunque no se pueda llegar a acuerdos inmediatos–que a la confrontación como sistema. Cuando los espacios de participación no aparecen claros, nítidos, las ansias de decir y de expresarse se vuelcan en manifestaciones masivas espontáneas  o en el uso de la fuerza para plantear reclamos. Unos y otros necesitan ser recuperados en el marco de mecanismos permanentes de participación que incorporen los sentidos de la vida cotidiana a los ámbitos de decisión política y de gestión institucional.

Viene un año electoral que estará plagado de luchas, enfrentamientos y conflictos. Lógicos y normales todos ellos. Pero sería bueno que fuera también una oportunidad para pensar en los procesos políticos de mediano y largo plazo, que consoliden formas de participación genuinas, con más protagonismo popular y ciudadano. Porque eso es lo que puede perdurar, aun por encima de victorias circunstanciales.


Escrito por

Humberto Campos Cuadrao

pata de arcilla, pata salada, pie de acero


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